...

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Polillas
Después de estar y no estar,
después de querer y odiar,
hay una libreta que desempolvar.

De a ratos me la paso llorando,
de a ratos en la calle durmiendo,
de a ratos un fantasma extrañando.

Polvo y telarañas de adorno,
polillas que cantan un himno,
y una traición que no perdono.

A veces me la paso escribiendo,
otras por el campo paseando,
y otras tantas me ando perdiendo.

Perdí el sabor de esa felicidad,
perdí las ganas de limpiar;
gané una vida de mediocridad.

En las noches estoy despierta,
escuchando a los grillos hablar,
mientras miro una calle desierta.

Me olvidé de comer y enfermé,
triste y sola cuidando de mí,
y hasta hoy la canción de cuna recordé.

Encantadores ojos chocolate,
si lees esto de mi amor acuérdate,
que el corazón de las polillas todavía late.


© Alina Arias