Prende, si quieres,
aquellas cartas que una vez te escribí con manos temblorosas,
llenas de sueños que ahora parecen ajenos.
Haz una hoguera con mis palabras,
ve si el calor de las llamas
es suficiente para derretir el hielo
que ahora cubre tu pecho.

Escucha cómo crujen las promesas,
como ramas secas que nunca...