En un mundo que habla del amor sin cesar,
Donde clichés y consejos van y vienen sin parar,
Me pregunto si realmente puedo entender,
La esencia de este sentimiento, el verdadero querer.

Dicen que el amor es ciego, puro y sincero,
Pero, ¿qué sabemos de él, de su misterio?
Podemos buscar parejas como en un escaparate,
Pero el corazón elige, y no se puede forzar su mate.

El mundo nos mira con ojos incrédulos y extraños,
Cuando preferimos vivir momentos y no publicarlos en los planos.
Dichos y consejos nos llegan por doquier,
Pero solo sabemos de amor lo que vivimos, lo que podemos ver.

No he visto el todo ni sé cuánto puede llenar,
Pero daría todo por alguien que lo merezca, sin dudar.
Los "Te quiero" merecen ser contados con esmero,
Solo para aquellos que en nuestro corazón son sinceros.

El tiempo puede marcar nuestras vidas sin piedad,
Pero no nos enseña a querernos, es una realidad.
Crecer no es aprender a decir adiós y desaparecer,
Es quedarnos cuando sería más fácil perecer.

Nos hablan del amor como fast food, rápido y desechable,
Como si los sentimientos fueran algo manipulable.
Nos dicen que conectemos con alguien "igual que tú",
Pero el amor no se busca, simplemente ocurre, sin virtud.

El tiempo puede poner muchas cosas en su lugar,
Pero nunca me enseñó a encontrar mi propio hogar.
Somos cartas en un juego de azar sin final,
Puedes elegir pareja, pero al amor no es tan banal.

El mundo puede tildarnos de locos y raros,
Cuando el amor que sentimos es profundo y claro.
Buscamos a quien nos bese el alma y encienda la llama,
Si vuelve, es nuestro; si no, no merecía ser nuestra trama.

Dicen que si no te busca, no te ama, pero ¿lo hiciste tú?
Por ti, iría hasta el fin del mundo, eso es la verdad.
Me hablan del amor y sigo buscando en el pajar,
Eligiendo de la carta de la vida, sin miedo a equivocar.

Así que empecé a escribir cartas hace tiempo atrás,
Y me di cuenta de que el destino siempre fui yo, en paz.
El amor es un misterio que intentamos desentrañar,
Pero al final, somos nosotros quienes lo podemos crear.
© HAYST