Vamos olvidando cada error que cometemos, para cometer otros y seguir aprendiendo de ellos.

Tropezamos en nuestro torpe y lento andar, para volver a levantarnos y seguir caminando.

Andamos sin rumbo alguno buscando la forma de alcanzar aquellos sueños inalcanzables.

Para no lamentarnos, sonreímos como tontos sin motivos, demostrando la poca pero a la vez abundante esperanza que albergamos.

Damos vueltas alrededor de nuestros propios pensamientos, en busca de paz y tranquilidad, y esto se vuelve un gran tormento.

Viajamos tratando de encontrarnos a nosotros mismos, pero mientras más cerca estamos más nos alejamos. Perdiendonos en el camino y volviendo a comenzar, para volver a perderse.
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