...

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Pensamiento prisionero.
Las cadenas que ataban mi mente para
pensarte a cada instante se quiebran poco a poco. Yo mismo la encadené para no volverme loco. ¿Y si perdiera la cordura por cada centímetro
de tu ser? No escribiría con tanta soltura y con la habilidad de hacerme entender.
Los barrotes que encerraban mi corazón para dedicarte mis latidos se volvieron a destemplar. Quizás me cueste poco amarte, es un suceso que no podría contemplar.
Mejor espero que los sentimientos me carcomen tortuosa y lentamente.
Y no tenerlos que a mis espaldas se aplomen. Para que en mi alma el recuerdo de ti, no siga latente.
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