Ahonda en mí la tristeza
sin razones que la puedan explicar,
una amargura me atraviesa,
la esperanza está perdida
y el llanto se encuentra contenido
en el filo de la cornisa,
nuevamente acumulado,
aunque hace poco
me haya desahogado.

Quizá debo renunciar a esta causa,
perdida durante mucho tiempo
siempre en un estado asíncrono,
en un constante desbalanceo,
con posturas antagónicas
entre mis sentimientos y el entorno.

No se me da que las ilusiones
se transformen de su estado inmaterial
y se conviertan en ese lugar
en el que por fin pueda desatar
las fuerzas de mi corazón
que mantienen apretando mi pecho.

La vida como la imaginé no existe,
solo es un espacio
rodeado de incertidumbre,
de individualismo exacerbado
que impide crear lazos sinceros
entre los seres solitarios.

No existe un camino a seguir,
la suerte es un suceso sobrevalorado,
el destino es incierto
y la única forma de enfrentarlo
es luchando por adaptarse
y buscar en la soledad
un lugar en el que acomodarse.

No se que hacer con esta tristeza
que me ahoga dentro,
se que el tiempo es un maestro
que me sabrá enseñar
que el dolor es un pasajero
que a veces se marcha
y otras se queda.

Espero que esta angustia
solo sea algo exagerado
y que la vida me depare
algo más grande y bueno
que me haga olvidar
los pesares pasados.

© José Luis López C.