Eterna musa; Eterno abismo
En la penumbra de esta noche infinita,
mis dedos recorren el papel como sombras errantes,
dibujando en cada trazo el eco de tu nombre,
ese nombre que resuena como un lamento
en las profundidades de mi alma desierta.
Te escribo una vez más,
no por costumbre, sino por la necesidad insaciable
de llenar este vacío que dejaste en mi pecho,
un abismo en el que caigo sin tregua,
mientras los recuerdos de tu risa se entrelazan
con la agonía de saberte lejana.
Te extraño con una intensidad
que solo los condenados comprenden,
como un condenado añora la luz
en el pozo más oscuro de su existencia.
Te extraño, niña de mis sueños,
aquella que lleva en sus labios
la risa de mil soles,
una risa que ahora es tormento
en este corazón que solo desea
el consuelo de tu presencia.
Eres...
mis dedos recorren el papel como sombras errantes,
dibujando en cada trazo el eco de tu nombre,
ese nombre que resuena como un lamento
en las profundidades de mi alma desierta.
Te escribo una vez más,
no por costumbre, sino por la necesidad insaciable
de llenar este vacío que dejaste en mi pecho,
un abismo en el que caigo sin tregua,
mientras los recuerdos de tu risa se entrelazan
con la agonía de saberte lejana.
Te extraño con una intensidad
que solo los condenados comprenden,
como un condenado añora la luz
en el pozo más oscuro de su existencia.
Te extraño, niña de mis sueños,
aquella que lleva en sus labios
la risa de mil soles,
una risa que ahora es tormento
en este corazón que solo desea
el consuelo de tu presencia.
Eres...