...

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El Eco del Olvido.
En los rincones olvidados del corazón,
donde el tiempo se desvanece en susurros,
y las memorias se desvanecen como hojas secas,
allí reside el eco de las heridas no dichas.

Es el eco de los amores que se desvanecieron,
de los abrazos que se evaporaron en la bruma,
de las promesas rotas que se convirtieron en polvo,
y de los sueños que naufragaron en mares de silencio.

Este eco no grita, no exige atención,
sino que se desliza como una sombra,
recordándonos lo que una vez fue,
y lo que ahora yace en el abismo del olvido.

Sanar estas heridas es como escuchar el viento,
susurrando secretos en las noches solitarias,
donde las lágrimas se mezclan con la lluvia,
y la esperanza se aferra a los bordes de la memoria.

Así que escuchemos con ternura este eco,
dejemos que nos guíe hacia la luz,
y permitamos que las palabras no dichas
se conviertan en versos de liberación.

Porque en el eco del olvido,
encontramos la fuerza para perdonar,
y las heridas, aunque ocultas, se transforman,
en la melodía suave de la sanación.