...

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Refugio
Los sueños van y vienen
entre noches y días:
Se respira la primavera.
Los pájaros cantan
en lo alto de los árboles
y las flores lucen sus más bellos colores.
Hoy ni los lagartos huyen:
me miran estupefactos.

Y puede que la muerte
me espere agazapada
detrás
de alguna cábala diabólica,
pero confío en la magia
de los amaneceres
donde el tiempo nos deja
sus abismos
sus caminos bifurcados
y su sonrisa enigmática.

Ninguna Cigüeña
interrumpió
su vuelo hacia el Oriente;
allá lejos siguen floreciendo
los ciruelos, blancos, como si nada,
y alguien en cualquier parte
levanta su casa sobre el polvo
y el humo de otra casa.

Y persisten los rompecabezas:
Las fronteras y la inmigración descontrolada
la destrucción de la naturaleza,
las guerras a gran escala
la desigualdad
la pobreza
los conflictos religiosos
La corrupción
La falta de alimentos y de agua
La falta de educación
La falta de seguridad y bienestar
La falta de oportunidades económicas
y de empleo...
Sí, puede ser áspero
este Mundo de nunca más.

Pero, de todos modos,
hay que tallar en el viento,
cantarle a los días,
respirar el sereno de las noches
y aprender a sumar
con las viejas estrellas.

Apuesto, otra vez, por la Tierra,
nuestro refugio grande,
donde todo puede ser afecto
y modelar la vida. Y que se enseñe
con un grano de arena
cómo formar una montaña
y lo importante de sentirse ave
para leer el secreto de las nubes.

© Roberto R. Díaz Blanco