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El Espectador
En todas las estaciones hay dolor y pérdida.
Así pensaba Manasés en su caminar diario, observando a la multitud.
Apoyado en el parapeto del viaducto de Santa Ifigênia, vi caras felices, caras tristes, otros cantando y bailando con los auriculares.
Espectador de las conversaciones ajenas, escuchaba el sonido de las bocinas y los motores, y se conmovía con las alegrías y las tristezas de los transeúntes
Tenía la costumbre de anotar los acontecimientos diarios de la gente en taquigrafía sin saber siquiera si volvería a verlos al día siguiente.
Llueva o truene, Manasés permanecía allí impecable, con sus zapatos brillantes, sus pantalones y su camisa bien planchados, y a su lado su compañera inseparable: la porra.
Murillo Kollek
© All Rights Reserved
Así pensaba Manasés en su caminar diario, observando a la multitud.
Apoyado en el parapeto del viaducto de Santa Ifigênia, vi caras felices, caras tristes, otros cantando y bailando con los auriculares.
Espectador de las conversaciones ajenas, escuchaba el sonido de las bocinas y los motores, y se conmovía con las alegrías y las tristezas de los transeúntes
Tenía la costumbre de anotar los acontecimientos diarios de la gente en taquigrafía sin saber siquiera si volvería a verlos al día siguiente.
Llueva o truene, Manasés permanecía allí impecable, con sus zapatos brillantes, sus pantalones y su camisa bien planchados, y a su lado su compañera inseparable: la porra.
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