Inmerso en aquel tiempo
inundado de emociones
vuela mi ingenuo corazón
suspendido en el cielo
cual ave guiada por el viento.

Solo importaba “el ahora”
que se percibía eterno
pero pronto llegó el descenso,
y sin tener a mano el paracaídas,
víctima de la gravedad,
tristemente advertí
que aquel “para siempre” solo fue
algo efímero y falso.

Hicimos juntos una promesa
sin percatarnos que pronto expiró
y poco a poco nos consumió
en lo profundo de nuestros deseos
que se quedaron en el abandono,
los que antes eran dueños
de nuestro espacio y nuestro tiempo,
para que ahora solo sean ausencia
que duele en cada poro de nuestra piel.

Es posible que,
en ese preciso momento,
hayamos cruzado los dedos,
así el juramento quedó en nada,
solo un engaño inconsciente
que están sufriendo nuestros cuerpos,
condenados por nuestra distancia
y heridos por la desesperanza.

Cuerpos que yacen inertes,
inocentes ante el crimen
que cometieron nuestras almas,
que fue mirar hacia un costado
mientras el amor se agotaba.