Los lugares donde no estás
ya no los conozco,
olvidé la forma de llegar a ellos
siendo los mismos sitios
ahora los siento ajenos,
les falta algo o les falta mucho
para ser esos lugares donde
solíamos estar.

Sin embargo hay veces
que paso por ellos,
me doy un corto recorrido
a ver si recupero sensaciones,
espero, observo vigilante
aguardando a que retroceda
el tiempo y aparezcas de pronto.

El otro día
fui hasta esa esquina,
me senté a contemplar tu ventana,
a llenarme de ese paisaje
a ver si siento alguna familiaridad
y si esos días cotidianos
en que te esperaba en tu portal
los vuelvo a recuperar.

Paso también
por aquel lugar
donde solías trabajar,
en ese preciso rincón
donde me sentaba a esperar
a que salieras
a rozar tus labios con los míos
para ir rumbo a tu casa
a que la noche nos abrace
una vez más.

Esos lugares
estaban grabados en mi mente,
eran paisajes mágicos,
eran senderos brillantes,
como estar de vacaciones
en un país hermoso,
en ellos mi corazón latía
de otro modo
y en mi mente
solo existía tu rostro.

Los lugares van perdiendo
hilo a hilo su encanto,
su cielo se va volviendo
borroso y blanco
como un papel sin historia,
como un punto en el mundo
desconocido y ajeno.

Al fin
no estás,
y se diluyen los matices,
y los lugares son como seres
extraños y solos,
y yo me quedo desorientado,
con mi corazón vacío
y mi ilusión por ti perdida.

© Jose Luis López C.
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