...

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vivaz, palpitante insomnio
Vivaz, palpitante
tormentoso insomnio,
en tus brazos me entregué
entre las brumas de la noche,
embriagado por tu perfume daltónico
acerado de azogue
ebrio de las obras de monjes
que no pudieron saciar tu sed.
Ascendió mi cerebro, solitario,
era como un saltamontes
buscaba el viento entre las nubes
de libros disidentes;
pero también tu desnudez
que se retuerce en las palabras;
la voz del silencio
no admite más ganas
que las pronunciadas.
© Alsajo