...

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Siga caminando
Siga caminando, que yo no espero.
Acelero mis pasos por el pasillo,
aunque suenan rotos, como aquellos sueños
que se clavaron como cuchillos
en cada palabra que intercambiamos.
Siga, siga, que sino nos dormimos
y no habrá peor despertar
que con ese ruido embutido,
con el beso contaminado de la ciudad,
con los gritos de los niños
clavándose en las baldas del supermercado.
¿Ha visto eso?
Ya no gemimos por el ruido de la tiza
porque nos han clavado los dedos
en la espalda;
esos dedos como briznas,
esos dedos que son abejas
alimentándose del néctar
de esta escarcha al borde del verano.
© Alsajo