I
Bastarte, corazón, debiera el llanto
que así el amor librar, el hombre suele...
Con claras noches vivas, vivo y canto,
muriéndome de a pocos si se puede...
Amando así tan solo es un quebranto,
mi vida es lo que vida ser no debe.
El cielo a mi ventura amor opuso,
no siento que respiro, ni mi pulso...

II
El viento no ha arrastrado ni un flecha,
que así al desventurado, Amor, sorprende.
Dejando el sueño abierto, herida hecha,
cadenas para aquel que huir pretende.
¡Amor, helada llama, ardiente mecha,
temblor que del humano no depende!
Amor, lejano barco de la noche,
es mi último esperanza y mi reproche.

III
No siento el paso cuando poso a tierra,
ni el mismo viento que acaricia el hielo.
Ni el viento que nos borra y nos encierra,
a ti y a mí debajo de su cielo,
a ti y a mí en el sueño que es mi guerra,
Ventura de mi sueño y mi consuelo...
¿Qué instante de mi vida ató a mis ojos?
¿qué asunto me hizo amar los cielos rojos?

IV
¿Qué encuentro, voz, mirada, me hizo amarte?
¿De qué manera el paso fue por ti?
Mi voz luchó conmigo para hablarte,
y nunca me ha ganado y no te vi...
Seré la sombra de otro tiempo, aparte,
Un signo al aire de que nada fui...
Corrí delante tuyo y no me viste,
Morí delante tuyo y me abatíste.




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