...

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Vaciando el alma
Impronta presencia después de tan prolongada ausencia
llevaron tus pasos tan cerca de mi regazo
llevando al límite mi impetuosa impaciencia
para que no vieras mi corazón hecho pedazos.

Mi orgullo se apoderó y silenció el lamento
en pleno y sorpresivo desconcierto
de no cruzar mirada...de lo cual no me arrepiento,
aunque hubiese querido otro final de cuento.

Las cartas, hace mucho tiempo estaban tiradas
y aunque nada seguro en el juego del amor,
preferí mil veces emprender retirada
antes que reanimar tan inevitable dolor.

La cortesía para mí es sinónimo de hipocresía
cuando el alma sin piedad ha sido destrozada,
es imposible emular sonrisa de alegría
por eso preferí tan ingenua canallada.

Es cierto...despertó bruscamente mi corazón con tu llegada
pero la razón, esta vez, le ganó al corazón
porque en el fondo sabía que ya no había nada
que encendiera otra vez la llama de la pasión.

Por mucho no ví señales de tu vida
aunque sangrante todavía llevaba mi herida,
me cuesta tanto creer a tí corresponder
si de tan despreciable acción tuviste que cometer.

No soy quien ha de criticar tu proceder
ya que ni yo soy propio santo de mi devoción.
Pero lo que nunca podré comprender
lo ciega que fuiste al no ver que te amaba con el corazón.

Sólo quiero que sepas...deseo tanto tu felicidad
y te ruego que te olvides para siempre de mí
como último favor a tu siempre fiel amabilidad
para volver a cubrirme en el capullo de mi eterno sentir.


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