...

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#39: DECIME
Decime quién soy porque a veces me pierdo.
No me entiendo. Tengo miedo.
Me deshojo como un árbol que muere en otoño.
Mirame y decime que lo entendés.
Que mis ojos transmutaron palabras que si puedes comprender sin que las diga.
Que la paranoía del adiós son sólo inventos.
Y que te vas a quedar cerca, aquí, descansando en mi pecho.
Decime, decime que no es verdad lo que mi mente latiguea en mi cerebro.
Que mi cuerpo no es un mero objeto obsoleto.
Decímelo como vos quieras.
Teneme paciencia que siento miedo.
Que a veces, cuando te miro, siento que me muero.
Pero me muero por la idea de que me digas que no me entiendes, que es complejo.
¿Por qué tengo miedo? ¿Por qué me torturo por dentro?
Son preguntas que se manchan de recuerdos.
De despellajar el alma por el filo de tu beso.
Decime que te vas a quedar un poco más que el para siempre.
Decime que lo entendés finalmente.
Ese amor desmedido que me da alas para llegar hasta mi morada, allí en el seno de tu corazón.
Y sé que es hermoso, terriblemente hermoso.
Pero me aterra al mismo tiempo.
Amarte así y que sea cavar mi propia tumba del olvido.
Que no lo encuentres atractivo.
Que quizás, te aburras o te canses de mis miedos que me empequeñecen.
Una niña quedó atrapada en un cuerpo de mujer.
De a ratos te revela mis peores pesadillas.
¿Me soltarás la mano y caeré?
Tengo miedo pero decime que allí vas a estar.
Que nadie más ocupara tu silla en las cenas de Navidad o en los cumpleaños que estén por llegar.
Decime que te alcanza aquello que te ofrezco.
Decime que no necesito cortarme las alas y achicar esto que siento por vos para que quepa en un bolsillo.
Decime que el adiós es para cobardes y flojitos.
Que no sos uno de esos y que te quedas a pelear batallas que mi mente o la vida se propongan crearlas.
Abrazame, abrazame que me siento fría.
Que tengo heridas que quieres besar para sanar.
Mirame con dulzura como todos los días.
Decime que soy aquello que amas.
No importa cuántas veces, no importa el tiempo o el lugar.
Decime que no soy un error.
Decime quién soy cuando no me reconozco.
¿Te pido mucho?
Decime que mi cuerpo, a pesar de los tropiezos, es el templo donde siempre quieres depositar tu fuego.
Decime aunque suene repetitivo.
Porque a veces...lo necesito.

© Emilia R.B