Ahí está la niña, pobre ilusa,
pobre tontuela; no se ha dado
cuenta de que la vida es cruel.

Sigue soñando, sigue queriendo
despertar de una pesadilla;
chiquilla, el dolor es real.

No recibió amor, solo mentiras,
dió demasiado de sí misma y
nunca le devolvieron nada.

Se dejó llevar por una falsa
ternura, se dejó abrazar por una
oveja que escondía a un demonio.

Días nublados, tardes lluviosas,
todo le grita que se equivocó;
todo le grita que porqué se enamoró.

Pobrecilla, tan vacía, tan insuficiente
y sola se siente ahora, aquellos
abrazos ahora le pertenecen a alguien más.

Jugaron a los dados con sus
sentimientos, y con su corazón
hicieron un escañuelo.

Ya no duerme, ya no sonríe,
la traición lentamente la está
consumiendo; la está apagando.

Lágrima tras lágrima, le falta
poco para comenzar otra vida,
pero siente que la presente la aniquila.

Bajó la guardia, ya no tiene fuerzas,
el amor es su enemigo, y su recuerdo
se convirtió en su verdugo.

© Alina Arias