...

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IIII. Soy de él.
He aquí tus manos que me han sacado los ojos con tus dedos que alguna vez acariciaban mis mejillas y he aquí tus labios que han mordisqueado mi cuello y mis labios sin parar, hasta hacerme sangrar, sin parar.

Hasta hacerme brotar sin sueño.

Soñolienta y descalza sin ojos y con labios secos y sangrientos, he arrastrado mis pies descalzos contra el pavimento mientras me arrastrabas por una soga hecha de rosas rojas y violetas moradas.

Me haz acostumbrado a que me deje cegar por tus encantos, dulce paladar que me besa con sus finos y esponjosos...tan aliviadores labios rosados que me hacen creer que estas de mi lado.

Me apuñaló con la daga que le regale y le he sonreído sin poder ver, usa mis ojos arrancados por él en su collar brillante de cascabel como un trofeo mientras mis piernas tiemblan cuando su aliento choca con mi cuello y mi cabeza se inclina débil, frágil y tan esclavizada por sus ojos azules.

Sus lágrimas son todo lo que puedo saborear porque las mías ya no están, las he gastado mientras me azotaba con su voz grave y demandante.

Soy de él, como un perro a su amo, leal y obediente mientras me pasea y me toma como su reclamó.
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