Ya no quiero nada, no estimo esperar socorro ni mucho menos que se me otorgue libertad.

La verdad, solía pensar que saldría imprudentemente de este laberinto. El cual, sería posible ser auxiliado con anticipación.
No me siento maldecido, pero; tampoco con suerte, únicamente quería ver a mi familia, estar presente en la graduación de mis hijos y ante todas las cosas, perdirle perdón a mi esposa.

Ahora, por un simple berrinche, me he puesto en peligro, con dos botellas y tirado en un lugar en el que ahora solo estoy yo, las manchas de tinta carmesí parecen oxidarse que poco a poco, parecen unirse con el metal de la zona. No niego nada y no lamento de a mucho, solo quiero pensar que esta vez, será una tortura corta y sencilla que una carnada para las personas con corbatines, vestidos y marcas que respiran dinero...



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