...

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Triste Realidad;
Su soledad no le permite tener alas,
ni rosas con pétalos podridos.

Ni la razón para poder pensar, razonar,
divagar en la tristeza que la pueda
atormentar.

Su vida es totalmente vacia,
no puede amar y tampoco odiar.

Su delineada sonrisa se desvanece ante sus recuerdos, se han vuelto tan oscuros,
revueltos por su conciencia.

Llorar no le resulta encontrar la paz,
cuando se llega a amar de verdad.

Su mirada se ha convertido tan ida y
más fija de lo normal, un sentimiento disimulado escapa por sus ojos.

Llovizna de lágrimas escapan viajando
sobre sus mejillas, sin saber cuando pueda cesar,
el diluvio profundo provocado por el dolor.

El Aire no lo puede Exhalar para poderse
parar, controlar, desenfrenar esas ancias
que no la dejan entrar a su delirio de mente.

Pensamientos oscuros, no clama,
no ruega y no sonríe para poder huir de su tormento llamado vida.

Tampoco puede morir,
porque no fallece ese sentír,
que muchas veces le entrego antes de
irse a dormir.

© Eduardo Guzmán