Estoy furioso, tengo la pesadumbre del fracaso a cuestas, y siento como si los golpes que doy contra la pared solo alimentan mi coraje, y mis pocas ganas de vivir…

Estoy absorto, con una inentendible interrogante convertida en la punta de un puñal sobre la espalda de mi alma, tan enojado que los dedos los tengo entumecidos de la tristeza que los agobia; y cansado, porque tengo cerca de mi corazón una aorta suicida, que se cierra a la idea del rechazo y de la frustración…
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