El visitante
Hoy vino a saludarme un viejo amigo,
el fantasma que en sombras se oculta,
sin nombre, sin rostro, su frío testigo,
me arrastra al abismo, donde mi vida se sepulta.
Se deslizó como el viento en la noche,
trayendo consigo los ecos del ayer,
en sus ojos vacíos, vi todo reproche,
el dolor de lo perdido, lo que nunca pude tener.
“Recuerda,” susurró, “cada herida, cada adiós,
los días que el sol olvidó iluminar,
las palabras ahogadas, el llanto feroz,
los sueños que en polvo te vieron desfallecer.”
Me mostró un sendero que nunca florece,
donde mis pasos se hunden en un lodo cruel,
cada error, cada giro, cada desdén,
construyen un muro que crece sin tregua en mi ser.
“Tu vida,” dijo,...
el fantasma que en sombras se oculta,
sin nombre, sin rostro, su frío testigo,
me arrastra al abismo, donde mi vida se sepulta.
Se deslizó como el viento en la noche,
trayendo consigo los ecos del ayer,
en sus ojos vacíos, vi todo reproche,
el dolor de lo perdido, lo que nunca pude tener.
“Recuerda,” susurró, “cada herida, cada adiós,
los días que el sol olvidó iluminar,
las palabras ahogadas, el llanto feroz,
los sueños que en polvo te vieron desfallecer.”
Me mostró un sendero que nunca florece,
donde mis pasos se hunden en un lodo cruel,
cada error, cada giro, cada desdén,
construyen un muro que crece sin tregua en mi ser.
“Tu vida,” dijo,...