En la oscuridad de la noche fría,
dos almas dispares se encontraron;
él, en su negrura, atrapado,
ella, un resplandor que iluminó su ser.

Él, un vagabundo de sombras y lamentos,
perdido en un laberinto de soledad,
mientras ella, un ángel en movimiento,
esparcía luz en su oscura realidad.

Clandestinamente, en el silencio de la noche,
se encontraban para fundirse en un abrazo,
él temía mancillarla con su derroche,
pero ella veía en él un alma de noble lazo.

En cada encuentro, descubría la ternura,
en la profundidad de sus ojos oscuros,
y él encontraba en su sonrisa pura,
la redención de sus pecados más duros.

A lo largo de las noches, su amor creció,
como un jardín floreciendo en primavera,
cada beso, cada caricia, cada rocío,
era un testimonio de su unión verdadera.

Y en el calor de su amor prohibido,
él encontró la paz que tanto ansiaba,
pues en el abrazo de su amada encendido,
sus demonios encontraron la calma esperada.

En cada aurora, se despedían con dolor,
sabiendo que el mundo no entendería su amor,
pero en su refugio secreto, en su rincón,
encontraron la belleza en su imperfección.

© Leley "Blue"