Una torre metálica posa erguida, orgullosamente,
sobre el mar profundo, colosal y monstruoso.
La luz decae inevitablemente.
Una bruma imperadora levanta su imperio
fantasmagórico sobre la grandiosa estructura.
La noche es total, extraña, indescifrable.
En el torreón ciclópeo, dos camaradas íngrimos
encienden sus linternas; vislumbran el mar.
Las aguas se extienden inconmensurables.
Un silencio oprobioso provoca un estupor,
un estremecimiento sobre aquellas almas.
El terror a lo desconocido toma forma
en sus rostros: una palidez fatal.
El subconsciente resuena horrisonante;
puertas existenciales se abren
en medio de la inconmensurable penumbra del mar:
lo ordinariamente oculto es revelado.
Visiones del universo, de lo infinito y lo indescifrable
se revelan en aquellos modernos argonautas.
© Engel Volkov