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Plegaria
Desciende del cielo, abandona los desvelos que te acarrea tu reino, y baja a ver las desdichas y las alegrías que, como salteadores, se atraviesan en los caminos de los hombres. Ven tú, y observa al amor salir de entre los árboles como una jauría de perros hambrientos en busca de la carne tierna de algún joven indefenso. Baja de tus alturas y compadece, al menos, al anciano que olvidó sus desengaños y se abandona a esa manada de perros que no lo morderán, sino que le mirarán con desdén, negándole hasta la visión de sus colmillos y sus fauces. Abandona tus soledades, ven a ver los destrozos del cambio en las cosas, ven a ver cómo los años merman las fuerzas y las facultades; acércate y mira como la vida corre a su fin. Baja, amigo, envidiamos a nosotros, que gozamos de la posibilidad de la muerte.


© Mauricio Arias correa