...

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La depresión no toca la puerta
Supe que había alcanzado
otro nivel de tristeza
cuando buscabas estar ocupado
para no pensar.
Supe que el miedo me había ganado
cuando lo negué y busqué a quién culpar

Fue cuando el mundo
se volvió silencioso
y la música en mis auriculares
ya no sonó, en mucho...
mucho tiempo.

Supe que había algo
en alguna parte de mi cuerpo,
algo que se esconde,
algo que dolía,
pero no podía indicar en dónde.
Supe que no sentir
no es estar en paz
sinó una forma de vacío.

Fue entonces cuando dejé de escribir,
sin poder ponerle palabras a nada.
Me quedé mudo en un mundo silencioso.
Y esto sólo fue el principio...
el inicio de una caída en picada.
El comienzo de la tormenta.

Supe lo relativo que es el tiempo,
cuando los días pasaban
y ni siquiera me daba cuenta.
Supe que algo no andaba bien,
cuando no podía dormir,
o cuando dormía demasiado.

Fue cuando todo se me olvidaba,
excepto los errores del pasado,
por más pequeños que sean.
Las voces en mi cabeza siempre...
siempre me los recordaban.

Supe que no hay enemigo,
más fuerte y poderoso
que uno mismo,
cuando llegaron los ataques de ansiedad.
Y supe lo que es perderse,
cuando llegaron las lagunas mentales,
la sensación de soledad,
esa que no se elige ni se busca,
pero llega y se instala con tanta facilidad.

No sé si siempre estuvo,
sólo sé que ya estaba en casa.
Me siguió como una sombra
en cada rincón, en cada lugar.
Yo apenas me daba cuenta,
pero ya estaba acá,
ya estaba conmigo,
pero nunca tocó la puerta.

© karontte