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Amar la tristeza.
En la quietud de la noche, sostengo mi tristeza,
como esa amistad que se va y luego vuelve.
La tristeza, esa sombra que siempre regresa,
una huella que en el alma permanece.
Aunque duele, la abrazo, no la rechazo,
amor por mi, por lo imperfecto, por lo dañado.
En cada lágrima, veo un trozo
de un corazón que sigue latiendo, a pesar del pasado.
La nostalgia, agridulce visita,
es la inspiración que a mi puerta toca.
En su abrazo, mi espíritu se anima,
y en su penumbra, mi ser se provoca.
Acepto este amor enemigo, triste pero leal,
porque en la tristeza, también hay un caudal.
Un amor hacie ella que existe en el instante,
un suspiro, en el sentir más vibrante.
Así es, amo mi tristeza, no como rival,
sino como parte de mí, mi aliada.
En su abrazo, encuentro un abrigo ideal,
y en su dolor, mi esperanza es retada.
© Lam
como esa amistad que se va y luego vuelve.
La tristeza, esa sombra que siempre regresa,
una huella que en el alma permanece.
Aunque duele, la abrazo, no la rechazo,
amor por mi, por lo imperfecto, por lo dañado.
En cada lágrima, veo un trozo
de un corazón que sigue latiendo, a pesar del pasado.
La nostalgia, agridulce visita,
es la inspiración que a mi puerta toca.
En su abrazo, mi espíritu se anima,
y en su penumbra, mi ser se provoca.
Acepto este amor enemigo, triste pero leal,
porque en la tristeza, también hay un caudal.
Un amor hacie ella que existe en el instante,
un suspiro, en el sentir más vibrante.
Así es, amo mi tristeza, no como rival,
sino como parte de mí, mi aliada.
En su abrazo, encuentro un abrigo ideal,
y en su dolor, mi esperanza es retada.
© Lam
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