En la quietud de su alma dormida,
con sueños de amores que duran, que anidan,
un joven de apenas dieciséis, suspira,
creyendo que el amor puro aún respira.

Mira el mundo de miradas fugaces,
donde el amor parece tener disfraces;
todos buscan el brillo, el deseo, el placer,
y él, diferente, quiere un amor de verdad tener.

“Yo no soy como ellos”, dice en silencio,
siente en su pecho un latido intenso;
pues lo suyo no es llamarada ni fuego,
sino un río sereno, profundo, sincero.

No...