El último orgasmo del hombre
Admiremos al hombre libre,
admiremos al hombre moderno,
el hombre que es dueño del mundo,
el hombre educado,
que ondea opulento y pomposo,
su bandera de ilustre civilizado…
Al mismo que es esclavo de su tiempo,
el que está sometido a sus trastornos,
el hombre que fue criado para reproducirse, y nada más,
incubadoras que engendran incubadoras,
educados como simios amaestrados,
para satisfacer sus fálicos impulsos...
Al que es adicto a vicios,
adicto a relaciones, a religiones, a la moda;
al hombre que dejo de trascender,
al hombre mediocre y simple…
Admiremos al hombre pequeño,
cobarde bufón de las masas,
al sinodal de las nuevas generaciones,
al maestro de la medianía,
al que es influenciado por todo, al que es vencido por nada…
Admiremos, en el último de sus ocasos su muerte,
que no llegara devastado por guerras o desastres nucleares,
el hombre morirá en los placeres de su mediocridad,
morirá en el éxtasis de su inmundicia,
morirá entre orgías de tradiciones,
en aquelarres de moralidad,
el hombre morirá con los ojos en blanco,
y con una pútrida sonrisa, de eterna insatisfacción.
Ooz.
© All Rights Reserved
admiremos al hombre moderno,
el hombre que es dueño del mundo,
el hombre educado,
que ondea opulento y pomposo,
su bandera de ilustre civilizado…
Al mismo que es esclavo de su tiempo,
el que está sometido a sus trastornos,
el hombre que fue criado para reproducirse, y nada más,
incubadoras que engendran incubadoras,
educados como simios amaestrados,
para satisfacer sus fálicos impulsos...
Al que es adicto a vicios,
adicto a relaciones, a religiones, a la moda;
al hombre que dejo de trascender,
al hombre mediocre y simple…
Admiremos al hombre pequeño,
cobarde bufón de las masas,
al sinodal de las nuevas generaciones,
al maestro de la medianía,
al que es influenciado por todo, al que es vencido por nada…
Admiremos, en el último de sus ocasos su muerte,
que no llegara devastado por guerras o desastres nucleares,
el hombre morirá en los placeres de su mediocridad,
morirá en el éxtasis de su inmundicia,
morirá entre orgías de tradiciones,
en aquelarres de moralidad,
el hombre morirá con los ojos en blanco,
y con una pútrida sonrisa, de eterna insatisfacción.
Ooz.
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