Nadie soplará palabra a nuestro polvo, ya todo está dado, no vendrán a decir valientes en la arena del desierto, ni dar concejitos inmaduros, no se encontrará manera sutil de escapar de lo que fuimos, y de lo que no pudimos ser. Ya no se buscarán excusas ni causas, todo objetivo fue cumplido en esta misión de no llegar a morir de viejos, fuimos los justos profesionales, los exactos, los más perfectos cabecillas dedicados a perecer y a asesinar nuestra causa. Nadie ya soplará palabras a nuestro polvo, todo se ha ido, el ostracismo fue nuestra única salida, no nos conocen aún, y ni siquiera el viento llegó a conocernos, solo queda nuestra raíz, la nada constante en la sombra de esta ciudad que se cae a pedazos. Ahora tenemos que florecer querida, mientras nuestro tallo se abre al paso de este cuchillo que nos pica en flor y nos dice que nada fue real, solo el deseo asfixiante de un beso que quema la lengua sobre el muro azul que parte al cielo, y muere.

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