Amor.
Me siento tan mareado ahora, sin razón, pero usualmente estoy pensando en ti.
Me gusta imaginar que me acompañas en esta habitación, en la melancolía inherente a mi existir.
Estaría sumergido en la oscuridad si no fuera por las apacibles luces que me bailan desde la esquina. Aunque las miro con los ojos entrecerrados, y juraría que en su lugar estás tú cómo todas esas noches, como todos esos días, luciendo una belleza sencilla que opaca todo a tu lado.
Y me pregunto si seré capaz de olvidar asomar por la ventana advirtiendo de la luna blanca entre el cielo nublado, que parece seguir su cauce ignorando el resplandor que me tiene hipnotizado.
Y vacilo en si veré de nuevo el brillo divino de tu piel inconfundible por más noches que hayan pasado.
Podrán decir que no...
Me gusta imaginar que me acompañas en esta habitación, en la melancolía inherente a mi existir.
Estaría sumergido en la oscuridad si no fuera por las apacibles luces que me bailan desde la esquina. Aunque las miro con los ojos entrecerrados, y juraría que en su lugar estás tú cómo todas esas noches, como todos esos días, luciendo una belleza sencilla que opaca todo a tu lado.
Y me pregunto si seré capaz de olvidar asomar por la ventana advirtiendo de la luna blanca entre el cielo nublado, que parece seguir su cauce ignorando el resplandor que me tiene hipnotizado.
Y vacilo en si veré de nuevo el brillo divino de tu piel inconfundible por más noches que hayan pasado.
Podrán decir que no...