...

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Estrellas
Beatrice: Noche fría y estrellada, ¿no lo crees? Hay pan caliente en la casa, anda, pasa. O tal vez prefieras carne.
Eleanor: Por esta vez paso, quiero disfrutar la vista. Siento ahora la brisa y algo que me suaviza.
Beatrice: ¿Estás mejor? Sé que sufriste mucho por ese amor pasado.
Eleanor: Toqué fondo y sé que fue lo más preciado, pero ahora me concentro en mí y en el tiempo olvidado. Aún en las estrellas veo sus ojos, luces entre la oscuridad y dolor a la brevedad.
Beatrice: Lo oscuro es hermoso si lo vemos mejor. Ayuda a las estrellas a verse más. Ahora, si lo hablamos, tal vez de eso se trata la oscuridad. Sin la noche, las estrellas no brillarían. Sin él, tu amor nunca mostrarías.
Eleanor: Tienes razón, tal vez él fue parte de mi creación. Te diré lo que pasa.

Él se marchó en marzo y volvió en agosto.
Cuando regresó, sus manos no eran las mismas.
Parecía haberse perdido en otras vidas.
Me daba dolor en las noches frías.
Parecía haberse olvidado de esta ahora occisa.

En la noche ya no había pasión.
Se calmó la sed que teníamos los dos.
Los detalles se perdieron.
¿Por qué? Me preguntaba.
Mientras él solo me ignoraba.
¡Cobarde! Yo le decía.
Con silencio él respondía.

Una noche de peleas,
él me confesó su penosa pena.
Con otra más posaba mientras yo lo esperaba.
Lo miré a los ojos con decepción.
Nunca había sentido este dolor.
Fue como caer en coma, exclamó.

Los días pasaban y no lo superaba,
pero le encontré el sentido a la vida.
Vivir, sufrir y llorar,
pero también recuperarse y sanar.