...

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José
No me estaba ahogando,
y, sin embargo,
viniste
a salvarme.
No me estaba asfixiando,
y, sin embargo,
tus besos me dieron
el aire que tanto necesitaba.

No me estaba congelando,
y, sin embargo,
apareciste
dándome tu calor.
No estaba rota,
y, sin embargo,
con paciencia y ternura
cosiste cada una de mis heridas.

No estaba perdida
en medio de la nada,
y, sin embargo,
me has dado un rumbo,
y ahora, eres mi mundo.

No eres salvavidas,
ni doctor,
ni socorrista,
pero le has dado vida a mi vida.

Creo ya no estoy en riesgos,
mas que el de perderme
en tus bellos ojos negros.
Sonará muy repentino decir,
pero ante cualquier emergencia,
solo a tu corazón deseo acudir.

Ahora bien…
Quizás si estaba así,
aquel día que te conocí,
pero eso ahora ¿qué más da?
Hoy estoy en tus brazos,
y sé que no me soltarás.