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El Viento Que Llora
Me llaman las hojas danzantes,
mientras en su baile se acarician,
me claman...
Susurran mi nombre incesantemente,
cual conjuro infalible,
detonante del amor.
Me invita la húmeda brisa,
y me muestra el riachuelo
escondido entre verdes brazos,
esos los juncos de su ribera...
Y no sé bien si voy dormida
o voy despierta,
si soy un ave o ya estoy muerta.
Me visita la idea fugaz
de un último vuelo,
el descanso plácido
sobre glauco hospedaje,
una manta hecha
de musgo y nenúfares
y una corona incipiente,
formada de pétalos blancos
que el viento que llora
desprende de los árboles.
Me inquieta la visión
de la postrímera foto
que estos dos ojos retraten,
justo antes de su juicio,
mirarán el azul infinito
o será el borde de aquel gris abismo.
Me cuestiono...
acaso sigue siendo abismo
si le miras desde el fondo,
o es acaso
solo la puerta del tiempo...
© Minna Gabriela Copyright/Todos Los Derechos Reservados
mientras en su baile se acarician,
me claman...
Susurran mi nombre incesantemente,
cual conjuro infalible,
detonante del amor.
Me invita la húmeda brisa,
y me muestra el riachuelo
escondido entre verdes brazos,
esos los juncos de su ribera...
Y no sé bien si voy dormida
o voy despierta,
si soy un ave o ya estoy muerta.
Me visita la idea fugaz
de un último vuelo,
el descanso plácido
sobre glauco hospedaje,
una manta hecha
de musgo y nenúfares
y una corona incipiente,
formada de pétalos blancos
que el viento que llora
desprende de los árboles.
Me inquieta la visión
de la postrímera foto
que estos dos ojos retraten,
justo antes de su juicio,
mirarán el azul infinito
o será el borde de aquel gris abismo.
Me cuestiono...
acaso sigue siendo abismo
si le miras desde el fondo,
o es acaso
solo la puerta del tiempo...
© Minna Gabriela Copyright/Todos Los Derechos Reservados
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