Etérea
El amor, esa idea que corroe mis días, encierra mis deseos como pájaros asfixiados. Me repliego, pero en mi huida el cuerpo grita su hambre: tu piel, cálida y desnuda, que conozco y anhelo, me llama como un fuego al que quiero arrojarme. Tus labios, que ya probaron los míos, son una promesa de pérdida, de rendición total. Quiero perderme en el vértigo de tu aliento, sentir tus manos recorrerme, desatar el deseo hasta que nuestros cuerpos no sepan dónde terminan.
Imagino el temblor de tu voz cuando el placer nos quiebre, el...
Imagino el temblor de tu voz cuando el placer nos quiebre, el...