El último cincelado de nuestro amor
En aquella noche, cuando me recliné sobre tu hombro,
no fue un simple acto,
fue el último toque del escultor,
el último cincelado en una obra que se desmoronaba.
Al entrelazar nuestras manos,
no sentí un vínculo eterno,
sino la fisura en un mármol,
una grieta en la piedra que anunciaba la separación inminente.
Tus ojos, que antes eran faros en la penumbra,
se apagaron como luces en una galería vacía,
dejándome en un espacio donde el tiempo se desvanecía,
y tu presencia, que antes fue mi guía,
se convirtió en un eco de estatuas rotas, inalcanzables.
Cuando rozaba tu pierna...
no fue un simple acto,
fue el último toque del escultor,
el último cincelado en una obra que se desmoronaba.
Al entrelazar nuestras manos,
no sentí un vínculo eterno,
sino la fisura en un mármol,
una grieta en la piedra que anunciaba la separación inminente.
Tus ojos, que antes eran faros en la penumbra,
se apagaron como luces en una galería vacía,
dejándome en un espacio donde el tiempo se desvanecía,
y tu presencia, que antes fue mi guía,
se convirtió en un eco de estatuas rotas, inalcanzables.
Cuando rozaba tu pierna...