Océanos Lacrimosos
🌊
El agua no es eterna,
nunca lo fue,
pues se acabará algún día,
y los lagos serán pozos vacíos.
Te preguntas qué será del mar,
si se irá con la brisa del horizonte
y la arena de tinta sombría,
ahora triste, ahora mendiga.
¿Dónde irán los peces a nadar,
carentes de hogar
y ahogados en sal,
que es lo único que aún perdura?
¿Qué será de las lagunas
donde frecuentaban a cantar
las garzas y los teros
de impaciente sonar?
¿Y qué hay de los glaciares?
¿Acaso el tiempo ha sido austero
y ha querido terminar también
con el lacerante y gélido hielo?
¿Y qué sucede con el océano?
¿Dejará navegantes sin rumbo,
con barcos estancados en tierra
y submarinos repletos de humo?
Oh, Creador de la Tierra,
cómo me aflige, cómo me aterra.
Oh, dichoso y entrépido mundo,
no has de apenarte, sobran ideas.
No lo medites y extrae mi alma,
está tan doliente que no lo sentirá;
así que adelante, estrújala cual esponja,
te prometo por el mar que agua saldrá.
En caso de que no funcione,
de que no resulte,
de que no marchase,
le ruego Dios, que me disculpe.
No le aclaré que no es sorpresa
y que es más bien costumbre,
que se encuentre languidecente,
como una flor seca.
Sé que no le habrá sido útil,
si necesita fluídos,
si necesita compresas,
y no un alma muerta, o en efervescencia.
Sé que he sido imprudente,
no me expresé correctamente,
y por eso me arrodillo
para implorarle disculpas.
Solo déjeme expresarle
que a pesar de mis acciones,
no entristezca ni se atribule,
porque aún me quedan instrucciones.
Había olvidado algo importante,
algo que era probable,
algo que tal vez era obviedad,
y que mi miserable vista falló en divisar.
Así que escúcheme,
deme otra oportunidad.
Le prometo por las costas
que no me volveré a equivocar.
Por lo que atienda,
con la máxima atención,
las tan solo siete indicaciones
que le estoy apunto de dictar:
1. Antes de iniciar, anule el miedo;
le aseguro que le hará fallar.
Una vez lo consiga,
adelante, es hora de comenzar.
2. En primer lugar, afloje las manos,
de hombre o de dios,
de...
El agua no es eterna,
nunca lo fue,
pues se acabará algún día,
y los lagos serán pozos vacíos.
Te preguntas qué será del mar,
si se irá con la brisa del horizonte
y la arena de tinta sombría,
ahora triste, ahora mendiga.
¿Dónde irán los peces a nadar,
carentes de hogar
y ahogados en sal,
que es lo único que aún perdura?
¿Qué será de las lagunas
donde frecuentaban a cantar
las garzas y los teros
de impaciente sonar?
¿Y qué hay de los glaciares?
¿Acaso el tiempo ha sido austero
y ha querido terminar también
con el lacerante y gélido hielo?
¿Y qué sucede con el océano?
¿Dejará navegantes sin rumbo,
con barcos estancados en tierra
y submarinos repletos de humo?
Oh, Creador de la Tierra,
cómo me aflige, cómo me aterra.
Oh, dichoso y entrépido mundo,
no has de apenarte, sobran ideas.
No lo medites y extrae mi alma,
está tan doliente que no lo sentirá;
así que adelante, estrújala cual esponja,
te prometo por el mar que agua saldrá.
En caso de que no funcione,
de que no resulte,
de que no marchase,
le ruego Dios, que me disculpe.
No le aclaré que no es sorpresa
y que es más bien costumbre,
que se encuentre languidecente,
como una flor seca.
Sé que no le habrá sido útil,
si necesita fluídos,
si necesita compresas,
y no un alma muerta, o en efervescencia.
Sé que he sido imprudente,
no me expresé correctamente,
y por eso me arrodillo
para implorarle disculpas.
Solo déjeme expresarle
que a pesar de mis acciones,
no entristezca ni se atribule,
porque aún me quedan instrucciones.
Había olvidado algo importante,
algo que era probable,
algo que tal vez era obviedad,
y que mi miserable vista falló en divisar.
Así que escúcheme,
deme otra oportunidad.
Le prometo por las costas
que no me volveré a equivocar.
Por lo que atienda,
con la máxima atención,
las tan solo siete indicaciones
que le estoy apunto de dictar:
1. Antes de iniciar, anule el miedo;
le aseguro que le hará fallar.
Una vez lo consiga,
adelante, es hora de comenzar.
2. En primer lugar, afloje las manos,
de hombre o de dios,
de...