...

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Un Adiós
Permaneces en el olor
de las montañas
cuando el sol se retira,
escucho tu respiración
en la frescura
de la sombra
como una pensativa
despedida. Yo te acompaño
con el rumor de las hojas,
miro por ti las cosas que amabas:
el alba no borrará tu paso, eres visible.

Vivo de tu dibujo,
de tu perfumada melodía.
Te veo aparecer en mi memoria
y no puedo asirte,
es mucha lejanía y poco tu aliento
para alcanzar
a tiempo un fulgor en mi corazón
que ahora estalla ahogado
por una lluvia compasiva.

Aunque te me ocultas
en los ríos,
en las hojas,
y en las piedras, vibras
en mis venas,
al borde de los dientes,
invisible en la sangre,
desnuda, de la Aurora.

Ven, sin embargo;
Esta noche reúno tu forma,
el eco de tu boca
escuchando nuestra canción privada.
Deja que mi mano imprima
inolvidable fuerza a tu olvido,
acércate a mirar mi sombra
en la pared,
ven de una vez;
quiero cumplir mis deseos
de un adiós.

© Roberto R. Díaz Blanco