Domesticando a un pájaro carpintero.
En el tiempo que tengo de vida, no conocí nadie que pudiera, domesticar un ave tan rebelde que sobrevolaba donde quería y que no tenía amo ni jaula.
Me dió la libertad de moverme por el mismo cielo si así lo quería, sin embargo yo siempre volvía, donde había casa y comida caliente.
Domesticado por su atención y sus versos de poetiza, por su colorida alma y cristalina mirada, por sus acentos angélicos y su gracia única.
Mientras de aquel pájaro carpintero que un día vagò sin rumbo, no quedaba...