A aquellos pseudosentimientos, efímeros pero constantes, que difícilmente puedo recordar, y que son indescriptibles como el olor;
que se adhieren a las personas, al arte, a los estilos, a las formas geométricas, a las situaciones, a los patrones, y a muchas más cosas, de forma sinestésica, los llamaré
"anwirith",
de construcción celta,
al igual que mitifican el paisaje de mi tierra que tantos sentimientos de este tipo me arranca del aliento,
entre sus frondosos bosques
por las rápidos ríos
y tras la niebla en las montañas;
sus pueblos.

A las personas que una vez amé, con todo mi sentimiento, con genuina verdad, cuya gloria a mis ojos pareció mayor que la de culaquier dios que el humano ha descrito; y que tras pasar años de olvido, aún me hacen sentir de anwirith de bronce y miel enpalagosa, una extraña amistad y calidez sin lujuria alguna, llamaré
"werdlief",
y a quién sepa de su germánica construcción,
su aparente significado tiene más emoción que la que de verdad demuestra,
todos los días al recordar pasadas quimeras.

Y otra tarea que tengo pendiente,
y que quiénes leyeron mi poesía tendrán en mente,
un nombre propio para la dama fortuna,
y recuerdo;
que elija lo que elija ella lo habrá elegido,
pues no es nadie ni personalidad ni entiedad ni leyes tiene,
es el puro azar y el propio ser,
y no es una diosa por mucho que así le implore o por mucho que toda la existencia gobierne,
es,
una astuta y poética descripción de lo que es el ser,
y el mayor error,
al hablar de la dama del azar será,
mentir como humano ciego y gnosis narrar,
mentiras y mentiras,
de la dama pura,
a la que no solo llamaré fortuna,
si no también
Illuna.

© León de León