...

5 views

#25: RETROVISIÓN
Último mes del año 2023.
Últimos suspiros y páginas de diario.
Tierras conquistadas.
Lágrimas de tristeza, goce y esperanza.
Mi alma se desprende lentamente de mi cuerpo.
Un suspiro que flota entre muchos sentimientos.
Veo rostros en color sepia.
Oigo fragmentos de diálogos que saben a derrotas y, en otras tantas, escriben una nueva historia.
Hay personas que dejé partir en el barco del olvido.
Mentores de aquello que ya no quiero ser o llevar en una mueca forzada.
Les creí amigos, familia y amor genuino.
Pero cumplieron su ciclo y sólo unos pocos, quizás caben en una sola mano, han sabido nadar hacia la orilla.
Jamás puse las cosas fáciles aunque la puerta estuviera abierta.
Jamás hice que alguien mirara hacia atrás y se arrepintiera de olvidarme.
Prefiero que aquellas historias dieran su punto final.
Que los rostros se desdibujaran lentamente de mi memoria.
Sólo quedan fotografías actuando de testigos del paso fugáz en el que coincidimos.
No hay llanto ni tampoco agradecimiento.
¿Qué ganaría yo con finjir que eso es lo correcto?
Es simplemente una libertad implícita que se acuerda con quienes deciden llamarme por mi nombre y luego aborrecerme.
En retrospectiva, nunca suelo durar mucho tiempo en un vaivén de olas suaves.
Tarde o temprano, la tormenta llega para quedarse.
Arrasar los vínculos y asfixiarme en el recuerdo.
Un día, alguien preguntó sobre la exclusión y el rechazo.
Y por un momento, entraron fantasmas y silencios que no quise borrar.
A veces, me siento en la cama y medito sobre algunas cosas.
Y sé que no han de tener otro giro del destino porque la historia es como es porque sus protagonistas así lo desean.
¿Quién soy yo para evitar el desprecio?
¿Quién soy yo para retener a quienes desean irse?
Y, sin embargo, siento que de alguna manera todo está bien como sigue.
El curso natural de no forzar a nadie a quedarse.
El no hallar odio en mi corazón.
Entender que para que algo bueno oxigene el lugar, es necesario soltarse de algunas historias.
Sólo así llega el sol a asomarse en la ventana.
Sólo así se puede recordar con sabiduría sin melancolía o arrepentimiento.
Porque cuando diste lo que te correspondió del pastel ya no duele, no pica.
Soltar, también es dejar lugar a unas manos que volverán a llenarse de frutas dulces y golosinas.
Florecer en la adversidad también es la magia que implica un poco de soledad.

© Emilia R.B