...

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TÚ, MI SUEÑO MARÍA
Tuyo hazme una vez María,
que tú eres mi sueño,
déjame ser el ensueño
de tu noche y de tu día.
Dame un beso sin porfía
que esos dentro tienen veneno,
no me des tu hinchado seno
si aún no me has dado tu vida,
si lo último me entregas desmedida
te juro que sabré lo que es bueno.

Aprenderé lo valioso del mundo,
mi paladar disfrutará el deleite
de tus labios de miel y aceite
de coco tropical, en un segundo;
tu pecho, flor y fauno fecundo
será el faro de mi barco perdido,
la alondra con un pequeño sonido
dismulara los destellos de la noche...
pero si lo haces todo por reproche
en mi corazón se dormirá el latido.

Déjame aprender y sentirte llena,
que la luna aunque no esté entera,
siempre brillará y será verdadera
para quien la mire de manera plena.
Y así te veo yo, como el mar serena,
el viento que me lleva al paisaje
y el río que entre las piedras es rodaje;
hazme tuyo María, te exige mi alma,
te juro que si te toco la palma
tu piel sucumbirá hasta tu encaje.

Tu abuelo te puso ese nombre
porque efectivamente eres de los Ángeles,
tienes la lumbre de los Arcángeles
y por eso es propio de un hombre
de verdad que te trate bien y asombre,
con su caballerosidad como índice,
su ferocidad viril partícipe
pero que también tenga humildad,
que tenga intacta la bondad
y la seducción de un Príncipe.


© Sulmon