Soñé que te tenía y cada verso que escribía eran las palabras que día a día te decía, yo hablaba en poesía y sonreías, se cumplían mis más anhelantes fantasías de saber qué eras mía y nadie podía robarme esa alegría de estar viviendo la mas fascinante alegoría.

Mientras tanto en la realidad de mis noches el espíritu se desprendía de mi cuerpo adormecido y viajando hasta los aposentos tuyos me encontraba cada noche, te veía tan bella y luminiscente como las estrellas sempiternas en el infinito, la tranquilidad de la mágica irrealidad me hacía querer estar ahí, velando tu...