En el jardín de la vida, entre risas y penas,
surgen almas que sanan, como curitas pequeñas.
No llevan alas ni capa, pero su magia es real,
son refugio y consuelo, un bálsamo celestial.

Son los amigos sinceros, los confidentes leales,
que escuchan sin juzgar, que secan los vendajes.
Cuando el mundo se torna frío y despiadado,
ellos son el abrazo cálido, el refugio anhelado.

Como curitas al corazón, su presencia es sanadora,
sus palabras, un bálsamo que al alma restaura.
Nos protegen de heridas, nos sostienen en la caída,
y en su compañía, encontramos paz y vida.

Son como estrellas fugaces en la noche oscura,
guiándonos con su luz, llenando de esperanza pura.
En sus sonrisas hallamos el consuelo que buscamos,
y en su amistad, un refugio donde siempre anidamos.

Así que brindemos por esos curitas del alma,
que nos cuidan en silencio, sin pedir nada a cambio.
Son tesoros invaluables, guardianes de nuestro ser,
y en su amor y amistad, encontramos nuestro lugar seguro.
© -Allison Serrano-