El cuerpo,
torso silencioso que resiste,
fuerte y maleable,
mientras lo atraviesa el tornado.

Decide callar
mientras gritan sus heridas,
esperando ver desaparecer
las nubes grises
cargadas de tristeza.

Cumplidor de su deber
al mantenerse en pie,
como una bestia fuerte
lucha por sostener
el vínculo con su jinete,
haciendo frente al temporal
de este estado emocional
descontrolado e incierto.

El alma y el corazón
volcados en sus aventuras
de pasiones y desencantos,
no comprenden los efectos
que el cuerpo padece
en su lucha silenciosa.

Esperando que el final
solo sea un nuevo principio,
que el alma se apiade
y el corazón se duela,
porque no puede sólo
con tanta pasión y dolor
que traspasa cada fibra de su ser.

El cuerpo solo espera la noche
para obtener algún respiro,
sin embargo llegan los sueños
a atormentarlo de nuevo.

Extenuado resiste
a que el amor le sonría
y su amargura disipe,
y de una vez por todas
la taquicardia remita
y llegue el ansiado día
en que obtenga redención
en los brazos de ella.

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