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La dama de Apolo 2p

Una joven mujer, de belleza discreta
pero de alma ardiente y apasionada,
amaba al dios Apolo, señor de la luz,
y le dedicaba sus versos cada jornada.

Ella sabía que el dios no la miraba,
que solo tenía ojos para la luna brillante,
que en el cielo con él se encontraba,
inspirándolo con su luz y su encanto constante.

Pero ella no se rendía ni se desanimaba,
pues creía que el amor era más fuerte que la razón,
y confiaba en que algún día Apolo se daría cuenta
de que ella era su verdadera devoción.

Y así escribía, con esperanza y fe,
poemas que alababan al dios del sol,
expresando su amor y su querer,
sin importarle el dolor ni el desconsuelo en su corazón.

Y así vivió, entre el sol y la tierra,
entregada al arte y al amor sin cesar,
sin saber que Apolo era su guerra,
y que en sus versos había un dolor por sanar.

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