Te quiero conmigo...
aunque el universo entero,
se oponga con renuente obstinación.
En todas, y cada una de mis noches.
En cada atardecer...
en cada amanecer...
en cada momento...
en cada segundo
que me toque vivir,
estoy seguro,
que siempre lo mejor
será vivirlo contigo.

Porque aún,
no se ha inventado,
nada mejor...
que sentir tu amor;
rodeando todo mi ser,
en un inextinguible...
abrazo tuyo.

Porque nada se asemeja,
a sentir tu presencia...
con la distancia en ausencia;
y la más absoluta nada
interpuesta...
en medio nuestro.

Desnuda para el mundo.
Para mí...
bien rellenita de amor,
con un inasequible fulgor,
capaz de acaparar, todo mi pecho.

Si el solo y mero hecho,
de escuchar tu distinguida voz...
despierta todos mis sentidos.
Activa y pone en alerta,
a cada parte adormecida de mí,
que se la pasa añorando tus suspiros.

Si en el clímax
más ardiente de nuestro amor;
podríamos incinerar al Sol.
Y quedaría la Luna,
completamente desguarnecida;
y en grave riesgo,
de ser derruida.

Si en la brutal inmensidad...
que encierran tus ojos;
puedo avisorar con claridad,
a la mismísima infinidad...
que lo penetra todo.

Bajo una luna desbordada de miel,
yacen dos luceros incandescentes,
reunidos en un rito ancestral,
con el fin de generar luz en sus almas,
en un mundo...
predominantemente a oscuras.

Ensimismado, conmovido y sensibilizado.
Inmerso en nuestro singular amor;
se me escurren algunas lágrimas,
al decirte:
Perdón amor, por a veces...
no poder ofrecerte tantas rimas;
pero te daré sentimientos...
en primera persona,
que quizás... nunca conociste...
ni en tus mejores días.

© 2023 Sermian
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