...

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Dulce demonio efímero
Estabas pálida,
perlada,
como sin sangre.
Mas, un rosáceo, delicado,
cubría tus labios.
Sabían suaves
y algodonados
como el infierno.
Yo con mis ojos,
a la distancia,
ya había probado.
Chorreaban dulces,
empalagados
por comerte
sin tocarte
con mis dientes.

Era ese aroma
enrojecido,
cual sangre vino;
cual vino tinto,
del aliento,
que florecía
desde tu boca
Y lo endulzaban,
muy suavemente,
tus...