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El pesar del sedicioso
Yo fui conminado a presentarme en aquel país en crisis.
Venido al palacio, me recibió un consejo de ministros, que por referencias de regentes de otras naciones, refirieron mis consecuciones frente a conflictos en escala.
Más adelante entablé conversación con el gobernante en apuros. Él me relató, a detalle, las complicaciones de su mandato y de cómo saltó a la palestra una pandilla de sediciosos que enardecieron al populacho con arengas. Asimismo me reveló el modo de lidiar con puño cruento y poner coto a la vorágine. Con cautela, le expuse una serie de procedimientos a encaminar y con competencia en honrar los derechos civiles; pero con un gesto de su cara, su negativa al beneplácito fue evidente.
A medida que él parloteaba, más comprendía su raza como mandatario. Deduje un intelecto incapaz de encarar cualquier revés gubernamental, además de un impulso exagerado por demostrar su jerarquía frente...